Critica de Como hermanas
Resumen
Circula en las discusiones dentro de los movimientos feministas, cada vez con mayor
fervor, un pedido de representación en la pantalla. Pareciera existir un listado que completar,
con la inclusión de las distintas minorías, para que una ficción (en particular, las audiovisuales)
sea decodificada como aceptable por lxs espectadorxs. Por momentos, (y no digo aquí siempre)
esta exhortación me resulta desacertada. Las ficciones no cobran el carácter de la transgresión
por cumplir con dicho listado. Es decir, una comedia romántica protagonizada por una pareja
cuir puede replicar el formato de las comedias románticas de los años 901
, sin generar modifi-
cación alguna. Muchas veces (y no digo aquí todas) los corrimientos, las desestabilizaciones, los
desequilibrios pueden encontrarse en aquellas ficciones que no portan el subtítulo de “ficción
feminista”. Afirmarlo implica una incomodidad porque nos sitúa, como espectadorxs, ante una
vasta proliferación de producciones enmarcadas en distintos géneros y estilos, con distintas
conformaciones de personaje, con variantes a la hora de narrar. Películas que nos posicionan,
como espectadorxs, ante la incertidumbre. Pero con ese no saber con qué nos vamos a encontrar
convive, también, la capacidad de generar sorpresa que atraviesa a las películas. Esa sorpresa
que nos mantiene ávidxs y en constante búsqueda de distintas (y no digo aquí nuevas) formas
de narrar, de mostrar, de oír, de sentir las producciones audiovisuales. Porque el cine, entre sus
valiosas y adoradas características, posee la capacidad de jugar y hacer trastabillar lo esperable
y presentar otra cosa, o como afirma Julia Kratje “Es que el cine, para decirlo una vez más, no
descansa en la reproducción acabada de la realidad. Al inventar cruces imprevistos, pueden sur-
gir imágenes asombrosas que abracen la inmensidad atesorada en el movimiento espontáneo
de la vida.” (Kratje, 2019:20) Desvincular al cine de la función de intermediario entre realidad
y ficción, de reproducción de la realidad en pantalla, implica no sólo comprenderlo como sitio
para otras configuraciones de lo sensible, sino también concebir a lxs espectadorxs como par-
ticipantes de la conformación de sentidos, como aquellxs atravesadxs por lo que ocurre en las
ficciones, como integrantes de una construcción. Desvincular al cine de la función de interme-
diario es posicionarlo en otro entramado de relaciones, en el cual abandona el rol de portador
de la verdad para entremezclarse con la proliferación de posibilidades que portan las ficciones.