Reseña de El asombro y la audacia
El cine de Maria Luisa Bemberg, de Julian Kratje y Marcela Visconti
Resumen
Feminismo y cine son los elementos de una alianza insoslayable a la hora de contemplar
las trayectorias y la obra de María Luisa Bemberg, cuya vocación estuvo destinada desde sus
comienzos en el medio cinematográfico a denunciar la subordinación histórica de las mujeres
y a develar las opresiones y las ausencias naturalizadas por los discursos androcéntricos. En
otras palabras, a “hacer visible lo invisible” –frase con la que la teórica Annette Kuhn sintetiza el
proyecto político de la teoría fílmica feminista surgida en la década del setenta–.
Afortunadamente, su obra y su lugar en la industria han sido reconocidos en vida. Sin
embargo el reconocimiento le valió probar desde sus comienzos en el medio cinematográfico
la calidad artística de su trabajo y despegarse de los prejuicios sociales dada su condición de
género y de clase. En el año 1981 la propia Bemberg es consciente, luego de dirigir Momentos,
su primer largometraje, de soportar el peso de la misoginia, ya que, si sus películas no cumplían
con los estándares (heterocispatriarcales) de la crítica, simplemente no dirían que la dirección
era mala sino que todas las mujeres se verían perjudicadas. Su audacia se vio reflejada no sólo
al ubicar a las mujeres como protagonistas de sus historias, sino también en sus elecciones
políticas y feministas al crear redes de trabajo y de apoyo con otras mujeres e imaginar otros
mundos para las generaciones futuras que se adentraran en el medio. Utilizando términos de
Teresa de Lauretis (1993), la obra pionera de María Luisa Bemberg ha instaurado otros marcos
de referencia para las medidas del deseo de las mujeres dentro y fuera de la pantalla.